Tú eres la dueña de mi sombra,
el eco del amor en mis oídos,
la brisa que calma mi delirio
y la mar donde renacen mis olvidos.
Adicto a tu cuerpo me declaro
por vivir en la dulzura de tu alma,
y si pagar con vida, es precio caro,
moriré arrullado en tus gemidos.
Como hijos del Edén y del pecado
en la impura tentación ambos perdidos,
pero sigo atesorando lo gozado
en tu mundo de aromas y fluidos.
Nos tildan de amantes sin cordura
y nos suman a la lista de prohibidos.
Me gusta mucho es un poema claro y preciso.
ResponderEliminarsaludos.
excelente amigo!! un saludo!! te sigo en este blog, yo apenas y me estoy sumergiendo en esta dádiva de escribir, muy cordialmente te extiendo una invitación a mi humilde espacio:
ResponderEliminarhttp://pensamientodifuso-spb.blogspot.com/
Simplemente precioso Miguel.
ResponderEliminarme encanta das musicalidad y calidad
ResponderEliminarBellisimo!
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