Necesito beber de tu torrente
y saciar en tus labios mi locura,
recorrer los caminos de censura
en ritual de pureza penitente.
Quiero ser manantial de tu vertiente
proveyendo con noches de ternura,
y romper todo lazo de atadura
para amarnos de modo diferente.
Cuando libo la miel de tu dulzura,
me convierto en ladrón, en delincuente,
que se cava la propia sepultura.
Nuestro amor es tildado de imprudente
porque viaja bordeando la cordura.
Lo prefiero prohibido, que indecente.